Un día sin malas noticias.
Silencio cuando duerma la siesta.
Chocolate para aliviar una rabieta.
Manuales de instrucciones que no necesitan otro manual.
Que el baño permanezca limpio por más de una hora.
Levantarme tarde los domingos.
Que el vecino no empiece a cortar la hierba antes de la nueva de la mañana del domingo.
El día libre en mi cumpleaños.
Un tratamiento completo en un spa.
Gastar en velas aromáticas.
Un agradecimiento de mi suegra por seguir cuidando de su hijo.
Que no me visiten para venderme objetos raros o cambiar mis creencias, menos un domingo antes de que juegue la lotería.
Un día de asueto sin hijos, sin marido, sin oficios.
Gastarme 300 dólares en una tienda sin remordimientos.
Un taxi que no intente subir a dos pasajeros más.
Sentarme a comer un Banana Split sin que salte alguien a decirme: “cuidado con la línea”.
Un collar de perlas originales.
Un beso de mi hijo adolescente de vez en cuando.
Meterme a un salón de belleza durante tres horas.
Pintarme las uñas de los pies aunque nadie me las vea.
Una que otra palmadita en el hombro por trabajar horas extras.
Vacaciones en el Caribe.
30 días sin que se vaya la luz.
Amigas que no intenten cuidar mi figura más que yo.
Un regalo de cumpleaños que no sea comprado a última hora.
Un hombre fiel.
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